Jacob Burckhardt, el inventor del Renacimiento.
Aunque el período del Renacimiento ha sido objeto de estudio desde la Ilustración, su definición puramente historiográfica se produjo solo a mediados del siglo XIX. De hecho, solo en 1841 el historiador francés Jules Michelet usó el término “Renacimiento” para indicar la época particular cultural y artística entre los siglos XV y XVI. Nadie lo había hecho antes, aún considerando este período como una parte integral de la Edad Media.
Sin embargo, no fue Michelet quien desarrolló completamente el concepto que formuló. En cambio, esta tarea pertenece al historiador y escritor suizo Jacob Burckhardt (1818-1897), originario de Basilea y estudiante de la gran escuela historiográfica de Berlín. Fue entrenado bajo la guía de maestros estrictos como Leopold von Ranke, Burckhardt dirigió su talento interpretativo hacia la Italia de los Lores, abordando el tema con gran capacidad analítica y un estilo brillante.
Su obra principal es Die Kultur der Renaissance in Italien (La civilización del renacimiento en Italia) (1860), donde describe el siglo XV como una era de renovación radical en todos los campos de la acción humana, totalmente separado de la “oscuridad” anterior “Medieval El siglo XV de Burckhardt ve la afirmación política de los estados nacionales, la crítica racional de las doctrinas ortodoxas de la Iglesia católica, la admiración incondicional por la naturaleza y el mundo antiguo.
Una auténtica revolución, que se puede resumir en el lema “recuperar el mundo”, que se utilizó con frecuencia en la corte de Lorenzo de ‘Medici, una figura fundamental de esa nueva “edad de oro” que terminó oficialmente con el descubrimiento de América y la Reforma Protestante.
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Para Burckhardt, el Renacimiento italiano fue también el pico artístico de la sociedad europea, que alcanzó el umbral de su modernidad cultural. La redención completa de la naturalidad humana de las “mortificaciones” de la pintura cristiana medieval anterior tiene lugar en las delicadas formas de Rafael. Como en la antigua Grecia, el hombre volvió a ser dueño de sí mismo y del mundo, sin límite superior a su iniciativa individual.
Las cortes de los Lores italianos se convirtieron en el centro del nuevo hombre del Renacimiento. El cortesano socava al monje como modelo guía del estado y la sociedad, lleno de vigor físico y perspicacia intelectual. La edad de Maquiavelo está en la puerta con todas las consecuencias (a menudo dramáticas) del caso.
A pesar de las numerosas críticas, dirigidas sobre todo a la separación arbitraria entre la Edad Media y el Renacimiento, el trabajo de Burckhardt sigue siendo un punto de referencia indispensable para los entusiastas y estudiosos de este fascinante período histórico. Al mismo tiempo, miles de turistas continúan haciendo cola en los museos de Roma, Venecia y Florencia para admirar las obras maestras de Leonardo, Michelangelo y Rafael. La invención del historiador de Basilea continúa funcionando maravillosamente, y ciertamente continuará por este camino durante mucho, mucho tiempo.